27 junio 2012

Los Susurros de un Alma Errante. Capítulo 7: Respuestas.

Tras haber hablado con el tipo sospechoso que iba a pescar todos los días al lago me dirigí hacia la casa de Max para verificar que él amenazó a ese hombre y el porqué. Una vez en su casa, pregunté a su mujer si Max se encontraba allí, pero no estaba, su mujer me dijo que había salido a dar un paseo, por lo que me dispuse a buscarlo.

Estuve buscándolo durante toda la tarde, la llamaba a su móvil y no lo cogía, visité los lugares que frecuentaba, pregunté por él; nada. Ni un solo rastro de él en por cualquier lugar que miraba. Estaba a punto de desistir por hoy hasta que me acordé de un último lugar en el que buscarlo, y ese lugar era el muelle en el que trabajaba su padre, que murió hace años en un accidente de trabajo y a Max le gustaba visitarlo cuando algo le preocupaba y darse una vuelta por todo el muelle. Fui hacia el muelle y busqué por todos lados hasta que logré encontrarle en los acantilados, sentado, mirando la puesta de sol en el mar. Fui hacia allí y me senté a su lado.

- Ey! ¿Qué haces tú por aquí?

- He venido a preguntarte algunas cosas.

- Pues, ¡dispara!

- Primero, ¿qué es lo que te preocupa? Siempre que te preocupa algo vienes aquí.

- Nada, tan solo me apetecía venir a ver la puesta de sol.

- ¿Sin llamarme? Eso no es propio de ti Max.

- Llevo muchos años viniendo sólo, no tengo porqué traerte y llevarte a todos lados, ¿sabes?

- Max, ¿por qué saliste antes de la cabaña aquel día? ¿Por qué no me lo dijiste?

- Yo no salí, ya te dije que me acababa de levantar cuando te encontré.

- ¡Mientes! Carlos dice que te vio y que lo amenazaste. Y he aquí mi tercera pregunta, ¿por qué le
amenazaste?

- ¿Qué? ¿Prefieres creer a un extraño antes que a tu mejor amigo?

- Entonces, ¿dices que todo es mentira? ¿Por qué estaba entonces tan asustado? ¿Por qué cuando te miraba
temblaba de miedo?

- ¡No pienso quedarme más aquí mientras mi mejor amigo me acusa de haber matado a su hija!

- Yo no te he acusado de haber matado a mi hija, te he acusado de haber salido antes de la cabaña, ¿eso es lo que me ocultas? ¿Tú mataste a Eirini?

En ese momento sentí un fuerte dolor en la cabeza, alguien me había golpeado la cabeza muy fuerte y perdí el conocimiento, cuando desperté me encontraba en este lugar frío, oscuro y de suelo metálico; dado que estaba cerca del puerto supongo que estaría encerrado en la bodega de algún barco. Aún no me había recuperado de la pérdida de mi hija y ahora me entero de que el causante de su muerte fue mi mejor amigo.

Continuará...

09 junio 2012

Los Susurros de un Alma Errante. Capítulo 6: La pista.

Tras haber preguntado por toda la zona y no haber encontrado nada, sentía como si pasara algo por alto. Además, la actitud de ese tipo al que preguntamos, el cual pescaba todos los días, me pareció bastante sospechosa. Era como si hubiera visto algo y no quisiera contárnoslo, como si tuviera miedo de algo. Quizás el tuvo algo que ver con la muerte de mi hija. ¿Todo esto eran conclusiones precipitadas que se daban por el simple hecho de no haber encontrado nada?

Volvimos a casa tarde, me despedí de Max y me fui a la cocina a prepararme un sándwich, cogí una lata de refresco de naranja y me fui a ver la retransmisión de la Eurocopa. Estaban jugando la fase de grupos España e Italia, era un partido vibrante, la defensora del título y campeona del mundo contra la ya ganadora de una Eurocopa. Tras el partido me fui directamente a la cama, estaba agotado después de estar toda la mañana y parte de la tarde dando vueltas sin encontrar nada. Antes de quedarme dormido no podía evitar pensar en Nicole y Anastasia, me preocupé por ellas, aunque no lo pareciera, su estancia a mi lado me era de gran ayuda en los momentos difíciles y ahora tengo que afrontarlos sólo. A veces pienso que hago persiguiendo el fantasma de mi hija cuando debería estar velando por los vivos.

A la mañana siguiente me levanté decidido a volver al lago a preguntar a ese tipo tan raro. Su actitud me indicaba que estaba asustado por algo y quise saber que es. Esta vez me dirigí sólo, no quería volver a molestar a Max, cogí el coche y me dirigí a la casa de aquel tipo nada más terminar de desayunar. Era bastante temprano y antes de ir a su casa pasé por el lago para echar otro vistazo. Una vez llegué allí, pude observar que el hombre al que iba a buscar estaba allí, como dijo, estaba en un pequeño bote sin caña ni nada por el estilo, dando vueltas por el lago. Yo cogí otro bote y fui tras él, quizás estaba buscando algo o me llevaría a algún sitio que pudiera resolver alguna de mis dudas. Por desgracia, al parecer me reconoció y salió huyendo a nado rápidamente hacia la orilla. Yo no me quedé atrás y nadé tras él logrando alcanzarle. Nos condujimos a la orilla y hablamos:

- ¿Por qué has huido de mí? ¡Contesta!
- No lo sé, me dio miedo.
- ¡Ah! ¡Sí! ¿Y por qué te dio miedo? ¿Qué estabas haciendo que no querías que supiera?
- ¡No estaba haciendo nada, lo juro!
- ¡Mientes! ¿Y sabes por qué sé que mientes? ¡Porque estas temblando como una gallina y apenas puedes hablar con normalidad!
- Déjame en paz por favor, yo no he hecho nada. Tan sólo vi a ese tipo que te acompañaba, no vi nada más y él me dijo que si decía que le había visto me mataría.
- ¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Cómo puedo creerte?
- No me creas si quieres, pero ese hombre me amenazó, estaba pescando como siempre aquí en el lago y lo vi salir de la cabaña que hay junto al lago, me vio, se acercó y me amenazó, poco después salió con otro hombre de la cabaña, así que creía que iba a matarme entonces huí y me fui ´rápidamente de este lugar.

Al parecer tenía una pista. Ese hombre dijo haber visto a Max salir de la casa y que posteriormente salió con otro hombre, ese hombre era yo. ¿Qué había hecho Max antes de que saliéramos? Era una pregunta que solo el propio Max podía responder y por ello fui inmediatamente a comprobar la información obtenida deseando con todas mis fuerzas que no fuera lo que estaba pensando.

Continuará...

06 junio 2012

Los Susurros de un Alma Errante. Capítulo 5: Investigación.

Aquella insólita voz que susurró en mi cabeza ahora aparecía cada momento, sin previo aviso, repitiendo las mismas palabras distorsionadas. Por suerte empezaba a darme cuenta de que no es algo típico de locura, simplemente había algo en mi cabeza que no desistía, que no concebía el hecho de que la muerte de Eirini fuera fortuita. Tenía que investigar que había pasado con la muerte de mi hija, apenas dormía por las noches, buscaba alguna manera de explicarme el porqué de esa muerte. A veces pensé que eso no podía haber pasado, que era demasiado pronto para que una persona se fuera de este mundo. Entonces decidí ir a la cabaña del lago a echar un vistazo, así que llamé a Max y fuimos juntos a explorar aquel lugar, tanto él como yo fuimos los primeros en ver el cadáver de mi hija.

Creo que Max vino por no dejarme sólo en esta situación, el me decía que no íbamos a encontrar nada, pero que me acompañaba por el hecho de que somos amigos y los amigos se apoyan aunque no estén convencidos de lo que hace el otro. Una vez allí empecé a inspeccionar la cabaña, incluido su interior, en busca de algo que no tenía muy claro que era. Supongo que buscaba algo a lo que aferrarme, algo que me condujera a algún sitio, a un pequeño resquicio para ceñirme a mis ideas. Tras varias horas sin encontrar nada me dirigí a examinar la barca en la que Max y yo estuvimos navegando, y volví a no encontrar nada. Fui a hablar con las personas que vivían cerca de allí. Preguntando si alguien solía pasar por allí a esas horas o si habías pasado por allí. Entonces  un señor mayor me dijo que Carlos, un pescador de la zona, iba todos los días a pescar al lago. Me indicó el lugar donde vivía y me dirigí a hablar con él para ver si podía lograr algo de información, algo que él hubiera visto.

Una vez en la casa de Carlos, le pregunté si estuvo ese día pescando en el lago, él me dijo algo asustado que sí, que él iba todas las mañanas a pescar al lago antes del amanecer porque siempre había ido a esas horas con sus padre que murió hace tiempo, al cual estaba profundamente apegado y que algunos días iba para pasear la caña, pues no llevaba cebo, el simple hecho de estar allí le recordaba buenos momentos que pasó con su padre y eso era suficiente como para volver un día más. Le pregunté si vio a mi hija y él contestó que aquel día no vio a nadie cerca del lago, que estaba especialmente tranquilo ese día. Pero eso no podía ser, pues Max y yo estuvimos allí ese día y montaron bastante escándalo en la isla. Había algo que no me cuadraba, su mirada, su postura, su actitud frente a nosotros; me hacía pensar que sentía miedo hacia nosotros.

¿Por qué tenía miedo de nosotros? ¿Acaso había visto algo ese días y no nos lo quería contar? ¿Cuál sería la razón para ocultárnoslo? Son preguntas que resolvería poco más tarde de quedarme encerrado en este oscuro lugar metálico en el que me hallaba, aún traumatizado por lo ocurrido en estos últimos días. Sin encontrar salida, sin ganas de vivir, sin ninguna esperanza en la vida.

Continuará...