31 agosto 2012

Los Susurros de un Alma Errante. Capítulo 9: Despertar.

En el momento en el que Max empezó a traducir me sentí mareado, se me nubló la vista, todo volvía a estar oscuro. Perdí el conocimiento. Cuando desperté lo hice dentro de la misma jaula en la que había empezado nuestra historia. ¿Habría sido un sueño? ¿Lo que ocurrió fue verdad? ¿Max me habría traicionado de verdad? O simplemente, lo que había soñado ¿era producto del golpe en la cabeza? La cabeza aún me sangraba, solo que no lo había notado hasta que me llevé la mano a ella intentando rascarme un poco y noté un fuerte dolor y la cabeza mojada. Al parecer había perdido bastante sangre y empezaba a marearme cada vez con más frecuencia, hasta que en un momento no podía andar más. Estaba al límite de mis fuerzas. Nadie me ayudaría ni saldría de aquel sitio. Todo acababa para mi en ese lugar. Al menos moriría recordando todas aquellas cosas buenas que me habían ocurrido en la vida como fueron el día de mi boda, el nacimiento de mis hijas, sus primeros pasos, aquellos días felices que nunca volvería a ver jamás.

De pronto una luz destelló, se escuchaba un fuerte pitido que me ensordecía, poco a poco podía ver unas siluetas, estaba tumbado, inmóvil, apenas podía respirar, algo me taponaba un poco la nariz. Un murmullo se iba acercando cada vez más, poco a poco, más y más alto, toda la cabeza me daba vueltas. Ese pitido empezó a sonar intermitentemente era algo así como un "pi... pi... pi..." Me recordaba mucho a la típica escena de las películas en las que había un enfermo y el electrocardiograma sonaba estable. Finalmente pude escuchar con algo de claridad lo que aquel murmullo me decía, ahora era como un susurro. Lo que me decía era lo siguiente:

"Veo que has despertado, llevaba mucho tiempo esperando a que ocurriera esto, ¿sabes? Te he estado siguiendo en todas tus aventuras. He vivido todos tus recuerdos. He sufrido tus sentimientos en primera persona. He podido comprobar cuanto has luchado por conseguir aquello que anhelas. Te he comprendido, he entendido tus intenciones, tus sueños, tus esperanzas. Esa manera de aferrarse hasta la última esperanza para conseguir algo imposible. Tu determinación me ha sorprendido. Yo soy aquel o aquella como prefieras llamarme al que todos ven antes de morir. Unos me llaman la muerte. Otros el juez de la vida. Y mil maneras más. Pero he de decir que tu historia no quedará sin recompensa. Sé que aún prometiéndote la felicidad eterna lo la obtendrías sino fuese con tus seres queridos. Así que he decidido hacer lo siguiente. Borraré parte de tus recuerdos. Volverás en el tiempo. Todo lo sucedido se acabará. Te devolveré la vida. De ti depende volver a ser feliz o encerrarte en ti mismo. Tan solo te daré otra oportunidad de volver a la vida que has llevado. Procura no volver a caer en este sueño eterno demasiado pronto, pues tan solo puedo darte una oportunidad y no dos. Espero que seas muy feliz con tu nueva vida, la vida que nunca debiste perder, la vida que siempre te ha pertenecido."

Entonces mi vista volvió. Todo se volvió nítido de nuevo. Estaba en esa típica escena que hace poco había descrito. A mi alrededor estaban mi mujer, mis hijas y Max. Todos estaban allí. Yo no lograba recordar como acabé allí. Tan solo recordaba las palabras que resonaron en mi cabeza, ese susurro que me hablaba de una segunda oportunidad. Poco a poco iba reaccionando. Había estado varios meses en coma. Entre todos me explicaron que al caerme del árbol en la isla del lago me llevé un fuerte golpe en la cabeza y entré en coma. Todos estaban muy contentos de verme. Y yo a ellos, sentía como si hubiera perdido a todos y cada uno de ellos. En ese momento Max bromeó con todo lo que me había perdido. Que si la final de la Eurocopa, que si una película de guerra chulísima, que si capítulos del House, la película de Sherlock Holmes... Y yo le replicaba: "Me lo habrás grabado ¿no?" Entonces todos reímos. Era un momento muy feliz para mí. Algo había ocurrido, algo que me dejaba tranquilo. Y este es el fin de la historia. Aunque no logro recordar nada de lo anterior, empiezo a escribir mi nuevo diario en el que iré escribiendo día a día todo lo que me vaya ocurriendo. Quizás algún día alguien lo lea y pueda disfrutarlo tanto como yo escribiéndolo, desde que desperté del coma veo la vida de otra forma. Doy gracias por seguir vivo. Pero he de seguir viviendo.

Gracias por apoyarme todo este tiempo... Nicole, Anastasia, Eirini y Max. Nunca os olvidaré.

FIN.

02 agosto 2012

Los Susurros de un Alma Errante. Capítulo 8: Cautiverio.

No sé cuanto tiempo llevaba encerrado en ese sitio, estaba empezando a perder la noción del tiempo, ya no sabía si había pasado 1 segundo o una hora. ¿Me estaría volviendo loco? Hace tiempo que llevo pensando en qué hacer a partir de ahora, qué sucedería conmigo, ¿me matarían? ¿me mantendrían cautivo toda la vida? ¿me dejarían abandonado en algún lugar lejos? En ese momento decidí que tenía que salir de allí costase lo que costase, tanta oscuridad me tenía nervioso, empezaba a notar que ese ambiente perturbaba mi consciencia.

Pasados unos minutos o unas horas, no estoy muy convencido, se abrió el techo de donde estaba, al parecer estaba en la bodega de un carguero. Era un noche de luna llena, se veían muchas estrellas, supuse que estábamos en alta mar, dado que no se ven tantas estrellas cerca de la ciudad por la contaminación lumínica. Entonces me apuntó un foco en toda la cara, estaba cegado, un hombre me hablaba desde arriba; no podía escucharlo bien porque estaba bastante lejos a parte de que no entendía si me hablaba en mí idioma, parecía extranjero. Después de que ese hombre estuviera hablando durante un rato, noté un pinchazo en la pierna, tenía clavado un dardo, poco después me volví a desmayar.

Cuando desperté estaba atado a una cama, junto a mí había un centinela de tez negra, llevaba consigo un fusil de asalto AK-47, sé que es ese por lo famoso que es, también llamado "matamoros". Al ver que me había despertado salió y llamó a un hombre que esperaba fuera de la sala, sentado en el pasillo. Ese hombre era Max, al verle me dieron ganas de arrancar las cuerdas que me ataban y estrangularlo con ellas. Se me acercó y se sentó junto a la cama. Yo giré la cara, no podía mirarle a la cara ni un segundo más, la imagen de su rostro me producía un mal interior indescriptible con palabras, pero que muchos de vosotros comprenderéis.

- Yo no quería que esto pasara de verdad.

- ...

- Verás quiero explicarte lo que pasó aquel día en el lago.

- ¡Ya sé lo que pasó en el lago! ¡Saliste fuera y mataste a mi hija, no necesito saber nada más!

- Eso no fue lo que pasó, yo no la maté.

- Déjame en paz, si no fuiste tú, ¿qué hago aquí atado?

- Son medidas de seguridad.

- ¿Medidas de seguridad? ¿Para qué? ¿Para que no te mate? Por ahora lo único que consigues es aplazar tu muerte. Juro que como logre soltarme lo primero que haré será matarte aunque para mí ya estás muerto.

- Te voy a contar lo que pasó ese día y me da igual lo que digas, lo voy a contar igualmente pase lo que pase.
Ese día había quedado en la madrugada para entregar un cargamento de armas. En todos esos años en los que no has sabido nada de mí, estaba en el extranjero cautivo por esta banda de guerrilleros que lucha para derrocar el régimen en su país. Me dijeron que si les traía armas me liberarían. Entonces una vez hecho el trato fui a llevarlo donde habíamos quedado. Pero, desgraciadamente tu hija nos descubrió y fue rápidamente capturada por los soldados. Les rogué por mi vida que la dejaran marchar, que ella no contaría nada. Entonces ellos me dijeron que la dejarían marchar, pero después de darle las armas. Cuando volví con ellas tu hija no estaba, ellos me dijeron que la habían dejado marchar en una barca hacia el lago. Cuando miré hacia el lago tan solo puede ver una barca vacía, les volví a preguntar por ella y antes de terminar la frase me dieron con la culata de un fusil en la cara y se marcharon, supuse que tu hija estaba libre porque pude ver como salía algo de la barca. Entonces decidí ir a la casa, coger las llaves del candado para coger la siguiente barca e ir tras ella, pero en ese momento me encontré contigo, y el resto de la historia ya lo sabes, intenté buscar la barca porque la había perdido, subí al árbol contigo para buscarla pero no pude encontrarla.

- ¿Y qué quieres decirme con esto? ¿Qué quieres que te perdone sin más?

- No, quiero que me comprendas y sacarte de aquí.

- No voy a comprenderte y cuando salga te mataré.

- No digas eso, trato de ayudarte, siempre lo he hecho y lo haré.

Poco después entró el que parece ser el cabecilla del grupo. Me miró a la cara, le dijo algo al centinela y este me desató, me agarraron entre dos soldados más y me llevaron detrás de ese hombre. Entramos en lo que parecía ser su despacho, me sentaron en una silla frente a él, siempre vigilado por los dos hombres que me habían llevado allí, apuntándome con sus armas. Al lado del cabecilla estaba Max, en más de una ocasión pensé en quitarle el arma a uno de esos tipos y dispararle sin compasión, pero si le quitaba el arma a uno me mataba, así que ese plan no tendría ningún éxito. El jefe empezó a hablar en un idioma extranjero que nunca había escuchado antes, y Max le traducía.

Continuará...