13 junio 2015

Un Viaje a la Felicidad. Capítulo 7: La espina de la rosa.

Volvimos a la casa y dejamos las plantas en la cocina y me dispuse a buscar a Himari, pero parecía no estar en casa. Riyuko me dijo que probablemente volvería más tarde así que me fui a la sala de lectura y me senté un rato para poder pensar cómo preguntarle a Himari aquello.

Pasó el tiempo y me quedé dormido, posteriormente me despertó Riyuko, me dijo que Himari había vuelto para dejar unas cosas y avisar que volvería después de comer porque iba a cuidar de unas personas antes de volver. Así que nos sentamos a la mesa y empezamos a comer, la comida era deliciosa, una especie de sopa de verduras, el sabor era intenso, la temperatura ideal y me invadía una profunda calidez que me relajaba. Al terminar de comer, Riyuko recogió la mesa y yo me fui arriba a mi cuarto, una vez allí Riyuko me llamó y subió, quería hablar conmigo.

      -          Joel, tú quieres a mi hermana, ¿verdad?

      -          ¿Qué? ¿Pero qué tonterías estas diciendo? Si nos hemos conocido hace muy poco no he podido enamorarme en tan poc…

      -          ¡No me mientas! Puedo ver las mentiras en tus ojos.

      -          ¿De qué estás hablando? Si yo ya no…

      -          Los tengo aquí, Joel. En el frasco… Conservados… Te contaré un secreto, puedo devolverte la vista cuando quiera y no estarás en peligro de morir. Pero necesito saber más sobre ti, puedes ser un peligro para mí y para mi hermana.

      -          ¿Qué? ¿Me has estado engañando todo este tiempo? ¿Es que no tienes suficiente de mí? ¿Qué más quieres saber?

      -          ¿Amas a mi hermana?

      -          No le veo relevancia en este aspecto, ¿por qué quieres saberlo?

      -          Contesta. –dijo cortada y secamente.

      -          Sí, la quiero.

      -          En ese caso… No podrás recuperar tu vista.

      -          ¿Por qué?

      -          No te llevarás a mi hermana, no la alejarás de mí.

      -          ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué debería de alejarla de ti?

      -          No se hable más, disfruta de tus últimos días.

Antes de que pudiera mediar palabra sentí un pinchazo en el hombro y un pañuelo sobre mi boca, supongo que perdí el conocimiento porque cuando desperté no sabía dónde estaba. Estaba maniatado con las manos a la espalda, en mi boca había un pañuelo por lo que no podía hablar. Se sentía un suelo frío o duro, probablemente de piedra, al reincorporarme me golpeé la cabeza con algo, parece que estaba en una especie de cavidad cerrada, las pareces también estaban frías y duras, la parte superior era áspera, del tacto de la madera. Intenté golpear desesperadamente la parte de la madera con la cabeza, el lugar donde me encontraba era tan estrecho que no podía golpear con los pies puesto que me encontraba en posición fetal. Presa del pánico seguí golpeando el techo de aquel lugar, notaba un fuerte dolor en la cabeza, sentía la sangre correr por mi frente hasta que desistí y decidí darme por vencido, probablemente ese sería mi fin.

No sé cuánto tiempo permanecí vivo en aquel lugar, los segundos eran horas, las horas años, mi cabeza estaba al borde de la locura, solo quería morir, pero ya no tenía fuerzas para mover un solo dedo. Pude notar por última vez como alguien tocaba mi hombro, pero no estoy seguro de si fue una alucinación fruto de la demencia… Pero justo después alguien me quitó el pañuelo de la boca y me dio agua, después me limpió la frente, puesto que la sangre ya estaba seca, y me quitó las cuerdas que me ataban las muñecas. Estaba fuera de ese horrendo lugar, alguien me había sacado, pero estaba demasiado débil como para pronunciar palabra y poco después me desmayé.

Cuando desperté, sentí un fuerte dolor en… ¿mis ojos?


Continuará…

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